LA GOTA QUE TE BESÓ.

Miré al cielo y la vi.
Venía hacia nosotros.
Se veía distraída
meditando su retorno.

Estaba esa gota de lluvia
cayendo desde la altura,
helada del recorrido,
sedienta por su premura.

Eligió tu cara desnuda,
beso tu piel al instante,
abrazo tu sonrisa decente
eligiéndote aquella tarde.

Resbalando lentamente
salto a tu pecho desnudo,
quiso quedarse escondida,
yo estaba allí y no pudo.

¡Fui tan celosa esa tarde!,
mirándola con desafío,
que acerqué mis labios a su vida
terminando con su cobijo.

En mi paladar la sentía
tan rebelde ante el final,
trague para llevarme el secreto
que era mío nada más.

Calmé la sed de mi mar, ¡si!,
y ya dentro de mi cuerpo,
sentí que entendió a mi alma,
sentí que entendió mis sueños.